"Alguna vez, alguien dijo que para hacer una escultura hay que sacar lo que sobra de la piedra. Hay que escribir lo que falta para hacer un poema de amor.
Buen viaje, amor de Antonio Santa Ana, es un largo adiós. Cada palabra parece concebida así: como un golpe preciso que el martillo de las emociones lanza sobre la estaca del lenguaje, para darle forma al vacío de una separación. Pero, ¿cómo cincelar esa Nada que existe al fondo de todos los vínculos? En esto, Santa Ana se distancia del escultor. Sabe que el poeta trabaja mejor con restos, despojos, sedimentos. Es ahí, entre ruinas, a la intemperie, donde Santa Ana encuentra la verdadera poesía, aquella que, aún con las herramientas y los corazones rotos, le permitirá reinventar los afectos, izar en el desierto del desamor la bandera de una educación sentimental para resistir el asedio inminente de una despedida dolorosa. No está solo, sus poetas predilectos lo apañan: Bonnett, González Tuñón, Luy, Gelman, Boccanera, Trejo.
En estos poemas habita una inédita ternura demoledora, una extraña delicadeza, salvaje y brutal. Acá, la melancolía es eufórica, el desconsuelo feliz y hasta la desesperanza parece estar a la espera de algo. Si la poesía de Santa Ana fuera un fenómeno físico —y lo es— estaríamos ante una imposible oscuridad que nos encandila".
Matías Moscardi
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¡Salud y poesía!
